martes, 28 de febrero de 2012

La Ciudad de los Dinosaurios



ERLIAN 

Erlian era el padre del Rey Tirian, y el sexto Rey de Narnia, en la línea sucesoria de Rilian, según las Crónicas de Narnia. Y podría ser así pero la realidad se nos presentó bastante diferente. Porque uno amanece en Erlian, con ganas de ducha, desayuno y un poco de aventura después de doce horas de trayecto en el tren. Pero en este tren no hay ducha, no hay tiempo para desayunar relajadamente; solo hay tiempo para correr y salir del tren lo antes posible para esperar la llegada de nuestro “gran tren ruso”.



Estamos todavía en china, en la ciudad fronteriza con Mongolia y en el preciso punto donde hay que cambiar de tren ya que el ancho de vía es mayor en Mongolia y Rusia, que en China. En Rusia el lancho es de 1520 mm y en China se mantiene el estándar que es de 1435 mm. Y la salida de tantos pasajeros de golpe en una estación de una ciudad de no más de 16.000 habitantes resultó algo caótico pero divertido a la vez. Empezó a llover y no había donde resguardarse así que todos seguimos “hacia adelante” entre risas y empujones.

¡Y ojo con pisar la línea amarilla en el suelo! Ojo con ello porque los guardias chinos estaban la mar de atentos para evitar que nadie traspasara esa “delgada línea amarilla”. ¡Amarilla tenía que ser!



Durante un buen rato reinó un auténtico caos entre los más de cientos de pasajeros del Transiberiano. Y es que ni tan siquiera las guías parecían estar seguras de hacia dónde había que ir. Pero aún así había mucha curiosidad y expectación por ver “nuestro tren ruso” que finalmente asomó a lo lejos acercándose poco a poco por la vía.








En Erlian no hay nada que hacer y prácticamente nada que ver pero como había que esperar a la limpieza del tren pues las excursiones estaban preparadas. La principal nos llevó al parque Er Enhot, plagado de réplicas de dinosaurios.







El hallazgo de estos animales prehistóricos tuvo lugar en 1999 y fue tan renombrado e importante que se decidió crear un gran parque inaugurado finalmente en 2006.De los restos no queda nada, ya que todos fueron a parar al museo nacional de arqueología, y en su lugar se han construido grandes réplicas de estos feroces depredadores prehistóricos.







Teniendo en cuenta que nos encontramos en medio de una estepa sorprende realmente la imagen de las figuras del Rex o del Velociráptor de la misma forma que sorprende esta ciudad construida en medio de la nada. Claro que siendo una ciudad fronteriza tiene su razón de ser y en las afueras asoman tímidamente barrios modernos.






 En Erlian no hay gran cosa pero destaca sobre todo la gran mezcla entre lo chino y lo mongol. Algo que se traduce en seguida en la cocina. Después de varios días en China sin ver pan, descubrimos de nuevo este excelente alimento, además de un tocino cocinado al horno de lo más exquisito.




 






martes, 7 de febrero de 2012

LA GRAN MURALLA CHINA

La Mayor Fortaleza del Mundo


Uno de los grandes mitos de la ciencia es que la Muralla China se ve desde el espacio. Pero es solo un mito, aunque este hecho no desmerece la grandiosidad de una obra que se creó con fines muy determinados para los que luego prácticamente no funcionó y cuya creación está rodeada de leyendas no exentas en su gran mayoría de crueldad. Pero tampoco esto desmerece esta grandiosa obra que recorre gran parte de China y que en uno de sus tramos se encuentra muy cerca de Beijing.

Esta larga fortaleza fue construida y reconstruida entre los siglos V a.C. y el siglo XVI con el objetivo de proteger al pueblo chino de las invasiones de los bárbaros de Mongolia y Manchuria. Las últimas mediciones, contando con ramificaciones y construcciones secundarias, indican que la muralla tiene 8.851,8 kilómetros de longitud, que se extiende desde la frontera china con Corea, al borde del río Yalu, hasta el desierto de Gobi, en Mongolia. Hoy en día sin embargo, solo se conserva un 30 por ciento de la muralla que en su época de apogeo, durante la dinastía Ming, fue custodiada por más de un millón de guerreros.

La Gran Muralla China es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1987 y una de las maravillas del mundo. Está hermanada con la muralla romana de Lugo, que también forma parte de la familia de los monumentos elegidos por la Unesco para honrar y salvaguardar las creaciones del ser humano. En el caso de la muralla china puede sorprender ya que tiene también fama de ser el mayor cementerio del mundo ya que se calcula que más de 10 millones de trabajadores murieron en su construcción.

Al igual que ocurre con las Pirámides de Egipto, resulta sorprendente como en épocas tan remotas se pudo construir algo tan grandioso. Es prácticamente imposible imaginar la cantidad de piedras utilizadas en la construcción de los muros, escalones y torres de esta gran fortaleza y de cómo los trabajadores de hace cientos y miles de años, eran capaces de maniobrar bloques de piedra que pesaban varias toneladas.



Se calcula que más de una quinta parte de la población de china participó en algún momento en la construcción de la muralla. En su mayoría como es lógico, sobre todo si pensamos en el coste de tan magna obra, se trataba de esclavos o prisioneros que eran obligados a trabajar de sol a sol por un pedrusco de pan. La mayoría moría en el intento y eran reemplazados inmediatamente por nuevos infelices que no tardarían en fallecer. Parece ser que los jesuitas fueron los primeros en relatar la crueldad con la que eran tratados los “trabajadores” de la muralla.

También hay leyendas que relatan el sufrimiento de muchas mujeres que lloraban la muerte de sus maridos fallecidos debido a la hambruna y el maltrato de los vigilantes de la muralla. Una de ellas, Chiag Un llegó a esperar hasta diez años el regreso de su marido y al ver que los años pasaban decidió ir a buscarlo. Cuando llegó al lugar donde supuestamente debía estar su marido los vigilantes se rieron de ella asegurando que el marido había fallecido hacía años y que si quería encontrarlo tendría ella misma que destruir el muro. La mujer suplicó a los dioses y lloró tanto que sus lágrimas creó un gran socavón en el muro que finalmente de se derrumbó dejando al descubierto el cuerpo de su marido.

Este es solo un ejemplo de las múltiples leyendas que rodean la construcción de esta inmensa fortaleza cuya misión era proteger a los chinos de la invasión de los bárbaros del norte. Algo para lo que no funcionó ya que solo protegía a los habitantes contra grupos desorganizados de bandoleros pero no de ejércitos organizados que eran más que capaces de destruir y sobrepasar el muro allá por donde llegaran.

El muro tenía una altura de hasta ocho metros y una anchura de unos siete metros y se construyeron torres a distancias regulares. Aunque hoy en día dar un paseo por el muro es bastante complicado ya que los escalones miden en muchos sitios más de medio metro, parece ser que antiguamente se evitaron los escalones creando amplias rampas. Esto da una idea de la función real de la Gran Muralla China, que durante muchos años sirvió de vía de comunicación, tanto terrestre como con señales. De torre en torre se avisaba sobre la llegada de caravanas, noticias de cualquier índole e incluso sobre la propagación de grandes epidemias. Sirvió por tanto durante muchos años para trasladar a personas y armamentos y como una gran vía de comercio llegando así con relativa facilidad a los países del Golfo Pérsico y posteriormente a los del Mediterráneo.



lunes, 21 de noviembre de 2011

LA CIUDAD DE LOS PIES CANSADOS


     Podría ser el título de una película, tal vez de terror, pero no, "La ciudad de los pies cansados" es el título de esta reflexión sobre una de las metrópolis más grandes del mundo. Hablo de Beijing, la capital de la República Popular China, con una población que se acerca a los 20 millones de personas, lo cual no es mucho si lo comparamos con los 1.600 millones que tiene el país. En cualquier caso estamos hablando de una nación  inmensa, con una superficie que se acerca a los 9,6 millones de kilómetros cuadrados, y hablamos también de una ciudad grande que casi alcanza una extensión de 17.000 kilómetros cuadrados, o lo que es lo mismo, el doble que la Comunidad Autónoma de Madrid.
    
     Resulta por tanto fácil de comprender la razón por la que Beijing se convierte en la ciudad de los pies cansados, y es que por mucho que uno ande la meta siempre está por llegar. En Europa estamos  acostumbrados a ciudades relativamente manejables, en las que la zona de compras está en un lugar determinado, el de los restaurantes baratos en otra, tenemos la zona de cines, de teatros y los bares y cafeterías están distribuidos por todas partes.

     Pero Beijing es diferente, empezando por el nombre, que hace referencia a la capital que está en el centro. Los chinos creen que el universo es como un huevo y en el centro de ese huevo está su gran ciudad. Y si seguimos comparando tenemos que hablar del tamaño. Está claro que las dinastías chinas eran grandes, cultas e importantes, pero también lo era el Imperio Romano, el Reino de España en la época de la conquista, y la Francia de Napoleón. Hoy en día Roma, la capital de ese gran imperio, sigue siendo una ciudad caóticamente manejable; Madrid es una pequeña pero pateable ciudad cosmopolita; y París una magnífica ciudad turística digna sin duda de un emperador. Son como vemos capitales grandiosas pero sin exagerar.
    
     Ahora bien, Beijing, insisto,  es otra cosa. Históricamente la ciudad fue una de las capitales antiguas de China con un pasado que se remonta más de 3.000 años. Una dinastía tras otra ha querido dejar su impronta en esta ciudad que además ha ido cambiando de nombre siguiendo el parecer de sus gobernantes.  Llamado Ji en antigüedad, fue la capital del Estado de Yan, entre los años 770 y 476 a.d.C. Más tarde, en la dinastía Liao(907-1125), fue su capital temporal, llamada Yanjing, y en la dinastía Jin, se convirtió de nuevo en capital con el nombre de Zhongdu. Luego, con la dinastía Yuan pasó a llamarse Dadu y más tarde Jingsh y así hasta recibir el nombre de Beijing. Y en este Beijing las cosas se hicieron a lo grande. No hay más que echar un vistazo al Palacio Imperial, la humilde morada del Emperador, que cubre una superficie de más de 720.000 metros cuadrados y con un recorrido de la entrada a la salida, de varios kilómetros.
    
    Sería este tal vez el comienzo de las grandes dimensiones de Beijing que luego, con la llegada de Mao se fue afianzando para establecerse definitivamente a finales del siglo 20 y sobre todo de cara a los juegos olímpicos del 2008. El país que durante muchos siglos había vivido de espaldas a la modernidad se atrevió por fin a asomarse al desarrollo y al crecimiento industrial. Y si hay que desarrollar, se desarrolla y en cuanto más grande y más alto mejor.
    
     Y el resultado es ahora una ciudad que tiene la plaza más grande del mundo, Tiananmen, la avenida, dicen que la más larga del mundo, Changan, con sus más de 40 km de longitud y que cruza la ciudad de Este a Oeste, cinco cinturones de autovías que conforman el eje circulatorio, además de múltiples centros comerciales, impresionantes rascacielos de los más afamados arquitectos del mundo y calles inmensas de al menos medio kilómetros de anchura. Y por si esto fuera poco Beijing tiene cinco Patrimonios de la Humanidad, siendo la única ciudad del mundo con tanto tesoro cultural establecido por la Unesco; la Gran Muralla, la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano, el Templo del Cielo y el Sitio del Hombre de Beijing. 
     
    Y todo ello es magnífico pero hay que estar preparado porque los turistas salimos del hotel y nos ponemos a patear las calles que es la mejor forma de conocer una ciudad. Así que preguntamos ¿dónde está el mercado de la seda? Pues muy cerquita de aquí, responden los chinos y nos ponemos a andar y andar. Muy cerquita pueden ser de 5 a 7 kilómetros, total nada, solo dos paradas de metros. ¿La Plaza de Tiananmen? Pues aquí al lado, a tres paradas de metro. Y entonces es cuando los pies se cansan y nos recuerdan con su dolor todo lo que hemos caminado. Así que yo recomendaría a las autoridades de la capital que indicaran en los planos de la ciudad los kilómetros que hay de un lugar a otro. Así el turista tendría una referencia de lo absolutamente grandiosa, espléndida y magnífica que es la ciudad.


lunes, 7 de noviembre de 2011

EL TRANSIBERIANO

     ¡Madre del amor hermoso! ¡Esto no es una estación, es un auténtico hervidero de gente!
     Sin duda alguna se me había olvidado que lo que predomina en China es precisamente eso´; GENTE. Mires donde mires hay miles, decenas de miles o incluso cientos de miles de personas y claro está que nuestra estación de tren de Beijing no iba a ser una excepción. Está claro que aquello parecía un auténtico hormiguero de personas que de tanto movimiento no quedaban atrapados con nitidez en la imagen, por lo menos no en la mía.


     Para no perder el tren en China hay que contar con tiempo, mucho tiempo, y a veces incluso más que cuando uno pretende volar. Los controles de seguridad, que tienen poco de control y menos aún de seguridad, conllevan por pura lógica, con tanto chino por medio, largas y larguísimas colas. Aún así la organización es relativamente correcta y está vigilada por los severos policías chinos que de cuando en cuando gritan con mala leche algo que uno deduce significa "mantente en la fila". Pero a palabras necias oídos sordos y los chinos siguen empujando a codazo limpio y se cuelan sin el menor pudor. Después de ver el "incontrol de la inseguridad" deduje que sirve ante todo para dar trabajo a un buen número de personas que de otra forma estarían en el paro. ¡Con la mala imagen que eso daría al mundo!
     En cualquier caso esta Estación de Ferrocarril de Beijing, la ciudad tiene otras tres, es estupenda. El inmenso pasillo que da a los andenes está llena de tiendas con unos escaparates multicolor que ofertan todo tipo de productos. También esta llena de gente que esperan la salida de su tren y lo hacen con paciencia, tumbados y dormidos en el suelo.
     Así comienza nuestro viaje por el Transiberiano, y digo por el, y no en el, ya que el transiberiano no es un tren sino una línea de ferrocarril. Y es que a la hora de hacer este viaje había poca información al respecto ya que siempre se habla del Transiberiano como un tren que recorre gran parte de Asia. Con este pequeño apunte inicial pretendo poner las cosas en su sitio para que no haya equívocos.
     La idea original de esta línea de ferrocarril recorre 9,288 kilómetros entre Moscú y Vladivostok siendo la línea más larga del mundo.  Una línea que existe y que es utilizada todavía tanto por trenes de pasajeros, como turísticos y de transporte. El gran impulsor de la idea fue el zar Alejandro III quien encomendó a su hijo Nicolás II el desarrollo del proyecto. Fueron necesarias muchas expediciones científicas para estudiar el terreno y otros tantos comités para poner en marcha la construcción que finalmente se inició el 19 de mayo de 1891. La primera piedra se puso en Vladivostok; Vladi significa poseer y Vostok oriente, por lo que la ciudad era el dominio sobre oriente. Y ese era precisamente uno de los objetivos de la construcción de la línea: desarrollar la colonización de las tierras de oriente y explotar los recursos minerales de la zona.  
     Dicen que el cálculo del coste monetario y humano de la construcción del Transiberiano está hecho, existe realmente en cifras, pero dudo mucho que se acerque a la realidad. Y no lo dudo por maldad sino porque en aquellos años los que se morían quedaban sin contabilizar en el camino y el dinero invertido acababa, al igual que ahora, en el bolsillo de muchos intermediarios. 
     En cualquier caso la historia,  también las necesidades comerciales y militares, al igual que las complicaciones de construcción, han desarrollado la idea original y ahora, esta misma línea, unida con otras, como el Transmanchuriano o Transmongoliano llega a otros puntos como Beijing y Ulaan Bataar. Y todo esto se ha convertido hoy gracias al turismo, tour operadores, agencias de viajes y mayoristas en lo que conocemos como Transiberiano, trenes operados por compañías privadas que llevan a sus clientes de un punto a otro con visitas y excursiones incluidas. Eso es, el tren se convierte en un hotel sobre ruedas.
     Podríamos compararlo con lo que tenemos en España; el Transcantábrico o el Al Andalus, trenes operados por una empresa que ofrecen comodidad y placer a sus clientes. Por las mismas vías de ferrocarril circulan también otros trenes, los normales de pasajeros y de mercancías, y lo mismo ocurre por el transiberiano.
     Así que lo que hoy se vende como el Transiberiano, son en realidad varios trenes privados, operados por una serie de empresas, que ofrecen su producto; trenes especiales para sus clientes que recorre la línea desde Moscú a Beiijing o Vladivostok, o vice versa. Está el tren Zarengold, que es alemán, el Golden Eagle, que es británico y el Transiberian Express, operado por una empresa rusa (seguro que hay más pero lo desconozco). No voy a entrar en la calidad ni en los precios aunque si decir que estoy segura de que varía según la empresa y que antes de comprar el billete conviene asegurarse  ya que la relación calidad precio debe ser la correcta. De todas formas hay que tener en cuenta que si bien la calidad del tren es importante también lo es el servicio y las excursiones ya que lo que realmente interesa en este viaje es todo aquello que uno llega a ver.

Pero volvamos a la Estación de Ferrocarril de Beijing, al hervidero de gente que llega a poner de los nervios aunque también deja una sonrisa en la boca ya que es un placer ver viajar a tanta gente. Porque viajar abre nuestras mentes y pone en su sitio gran parte de los prejuicios y sentimientos contradictorios que llegamos a acumular con respecto a otras razas y culturas.


  Y embarcamos en el tren, en el tren chino ya que hasta la frontera con Mongolia solo funcionan los trenes nacionales debido al ancho de vía. Nos han asegurado que es un tren de primera clase; de primera clase sin duchas y con tan solo un WC por vagón.


      Creo que mi próximo proyecto va a ser montar una empresa de servicios de limpieza en China, dedicada especialmente a los trenes, aunque después de tres días en la capital del país podría incluso extenderlo a otros sectores. 
     En cualquier caso, así comienza esta aventura, llena de ilusión y esperanza. A lo que en los días venideros se añade diversión, charlas y amistad. Porque si hay algo que el tren puede ofrecer, es la oportunidad de hacer amigos. Amigos que deben quedar para siempre. Como la primera noche a bordo alrededor de un buen vino  y con la curiosidad sobre que nos van a deparar los días venideros.  
 
 

martes, 24 de mayo de 2011

Las Islas Borromeas




Hace mas de 350 años un aventurero de los de antaño se atrevió a traer a Italia un Ciprés de Cashemira, del mismísimo Himalaya. A duras penas un palillo con alguna hoja que otra envuelta en papel de seda y transportada con todo el mimo del mundo. Y aquel árbol fue a parar a la Isola Madre convirtiéndose en todo un símbolo de las Islas Borromeo. Hoy sigue en pié gracias al esfuerzo de cientos de cuidadores a lo largo de los siglos y también al abnegado equipo que decidió salvar el ciprés tras el huracán que lo arranco de la tierra en la noche del 28 de junio de 2006. Su pérdida, al igual que la de muchos otros árboles de la isla hubiera sido una gran tragedia ya que el mimo de la tierra ha convertido la Isla en un gran jardín botánico donde crecen especies traídas de los lugares más recónditos de la tierra. Así que manos a la obra; decenas de trabajadores, expertos botánicos y voluntarios se pusieron en marcha para salvar este, y muchos otros árboles de la isla. Sin embargo la salvación más espectacular fue la del Ciprés de Cashemira, no solo por su tamaño, sino también porque el viento enfurecido lo había dañado considerablemente. Gruas, excavadoras y hasta helicópteros participaron en la tarea que terminó con éxito.



La isla Madre es la más grande de las tres islas Borromeas y se caracteriza por un cambio continuo de colores que acompaña al visitante a lo largo del recorrido. Azaleas, rododendros, magnolias y camelias de todas las especies además de faisanes, pavos reales blancos y papagayos crecen y viven en libertad en este inmenso parque lleno de paz y armonía.

Poco más hay que ver, aunque lo visto no es poco, a no ser que uno decida darse una vuelta por el Palacio Borromeo del siglo XVIII. ¡Y eso si me digno a abrir la puerta! Resulta que después de mi visita decidí que ahí mismo podría instalar mi hogar. Y no cambiaría nada. Ni una sola puerta, ni una ventana, ni un solo tablón de madera del suelo. No se trata de un Palacio grandioso con la finalidad de imponer; no, no es eso, es más bien un palacio pensado para vivir, para disfrutar y para poder recibir a amigos de vez en cuando. Así que si eres mi amigo te abriré la puerta de mi Palacio en la Isla Madre.

Y para mí es un auténtica suerte ya que sé que la mayoría de los seres mortales se quedarían con el Palacio Borromeo de la Isla Bella. Cuenta la historia que llegó a ese lugar el Conde Carlo III Borromeo. La isla era por aquél entonces una escollera desnuda y estéril, pero como el amor lo puede todo, y suponemos que todo aquello se hizo por amor, el Conde decidió convertir el islote en uno de los lugares más bellos del mundo dedicado a su amada esposa Isabella de Adda. Y bautizó la isla con el nombre de su mujer aunque luego con el paso de los siglos, y por aquello de la belleza del lugar, se quedó sencillamente en Bella.

El conde quería construir algo bello pero también algo único y para ello trajo a los mejores arquitectos, diseñadores de jardines, pintores y escultores del momento. La obra comenzó en el siglo XVII y el reto era doble; por un lado había que construir un palacio único y por otro un jardín nunca visto. Los arquitectos Crivelli y Richini, entre otros famosos de la época, fueron los encargados en convertir la mitad de esa islote árido en un jardín italiano que hoy constituye un atractivo único en el mundo. Se compone de 10 terrazas superpuestas en forma de grada que culminan con un anfiteatro situado en la última terraza. Y todo ello adornado con cientos y cientos de variedades de flores, arbustos y árboles traídos de todo el mundo. Les aseguro que es bellísimo, espléndido, grandioso, y desde la última terraza, a pesar de ese anfiteatro demasiado barroco y recargado,  hay una vista espectacular del Lago Maggiore. Hay que respirar profundamente y disfrutar de cada segundo de ese magnífico panorama porque el momento es inolvidable.

Pero el paseo por el Jardín constituye el final de la visita a la Isla. Dejaron sin duda lo mejor para terminar.  Porque el Palacio, que desde luego no deja de tener interés y  belleza, no es sin embargo de lo más grandioso del mundo. Su construcción comenzó en 1632 y dicen que se trata de una de las obras barrocas más singulares de Italia. Las diferentes salas y salones se van sucediendo a lo largo del recorrido y llama sobre todo la atención del nombre de los diferentes aposentos como la Sala de Luca Giordano (llena de cuadros de este artista), Sala de Napoleón ( donde en agosto de 1797 durmió el emperador francés con su Josefina) o la Sala de la música y de la conferencia (donde se guardan instrumentos musicales y donde en 1935 se encontraron Mussolini, Laval y McDonald).

Destaca también el Salón de los Tapices pero lo más singular de este Palacio son las llamadas Grutas. Se trata de una auténtica extravagancia por parte del Conde que decidió convertir la parte baja del Palacio en un lugar de descanso durante los días calurosos de verano. Bueno, las seis salas convertidas en Grutas, son precisamente eso, grutas y nos llevan directamente al fondo del mar, a los secretos del capitán Nemo. Maravillosa locura la del Conde.

Las Islas Borromeas son tres; Isola Madre, Isola Bella e Isola Pescatore. Esta última es hoy en día un gracioso pueblo, antaño de pescadores ahora de turistas, que destaca por su sencillez. Todo aquí es muy “pintoresco”, muy pensado para el visitante y también muy caro. !Ojo, dos vinos blancos no pueden costar diez euros¡

miércoles, 6 de abril de 2011

En el corazón del Mediterráneo




Mi mejor referencia con respecto a ese país era "El Halcón Maltés", la película de John Houston, con el inigualable Humphrey Bogart al frente del reparto. Me encanta Bogart, con su cara de poquer y pocos amigos que con su mirada es capaz de reflejar los sentimientos más puros del ser humano, pero también los más mezquinos. Pues eso era lo que yo sabía de Malta. Pero desde luego que el país no es eso. Es otra cosa. Y es que un país que se encuentra en el corazón del Mediterráneo, a medio camino entre Túnez y Sicilia, y que engloba a tres pequeñas islas pobladas, Malta, Gozo y Comino, y otras dos sin poblar, Cominetto y Filfla, poco tiene que ver con la industria de Hollywood que la mayoría de las veces confunde el tocino con la velocidad. Y en Malta no hay confusión alguna. Ahí cada cosa tiene su sitio, cada piedra cuenta su historia y cada casa tiene su nombre.

BAUTIZO DEL HOGAR
                              
Así Malta es la isla donde los habitantes tienen a bien bautizar sus hogares con el nombre de sus seres queridos, para que el cartero, a la hora de repartir las cartas, no tenga duda de donde entregarla. Es la carta para Feliciana que vive en la casa de Tía María. ¿Que qué calle? Quien sabe y a quien le importa. Porque Feliciana vive en la casa de Tía María, construida en su honor, en el pueblo de Paola, al sur de Valetta. Y el cartero lo sabe de la misma forma que conoce los nombres de los inquilinos de las casas ....... en los pueblos Safi, Attaré o Zebbug.


EL TESORO, EL GRAN TESORO

En Malta, las carreteras que cruzan la isla de norte a sur y de este a oeste forman un pequeño laberinto de caminos por donde antaño pisaron los cartagineses, árabes, normandos, o romanos, por citar tan solo unas pocas civilizaciones. Y la verdad que es que no puedo imaginar que es lo que vieron en estas islas porque haber, lo que se dice haber, no hay nada, quiero decir en cuanto a recursos naturales se refiere. Las islas están formadas por rocas sedimentarias formadas hace más de treinta millones de años, cuando los enormes ríos de Europa fluyeron hacia lo que hoy día es el Mediterráneo. Así se formaron estas islas de origen marino que así a simple vista ofrece al visitante, al margen de una brillante historia, un montón de piedra que dicho sea de paso se extrae en canteras y se utiliza para la construcción. Pero eso es tan solo una imagen superficial ya que este país tiene un gran tesoro: sus costas, repletas de puertos naturales, muy profundos y bien protegidos, que han constituido el gran atractivo de los invasores de las islas. Esto y su ubicación estratégica en el centro del Mediterráneo, por supuesto.


UN AUTENTICO ENCAJE DE BOLILLOS
Los malteses son muy conscientes de su gran tesoro que sin duda ha influido en el idioma. En este país hay dos lenguas oficiales, el maltés y el inglés. De ahí que miles de familias europeas, sobre todo españolas, deciden enviar a sus hijos a estudiar en verano. Es un país pequeño, seguro, con historia y cultura y además inglés. Luego, los chavales que llegan a miles pues aprender, lo que se dice aprender inglés, no lo llegan a prender del todo. Ahora eso si, hacen amigos y se lo pasan pipa durante treinta días a costa de mamá y papá que después de haber ahorrado durante un año sueñan con el regreso de su vástago convertido en un perfecto lord o una perfecta lady inglesa. Va a ser que no. Pero bueno, el inglés está ahí y todo el mundo lo habla perfectamente. Casi todos chapurrean también algo de francés, español, italiano e incluso alemán porque eso es lo que da el turismo, la gran industria del país. Y todos, por supuesto, hablan maltés. Su idioma es pura artesanía, lo mismo que su encaje de bolillos. 
      Digo yo, que cuando uno viaja por Europa o incluso a América, a pesar de no hablar el idioma del país siempre entendemos algo. Será a fuerza de escucharlo cantado por los grupos de moda o incluso por los propios viajes en sí. Pero en Malta, con el maltés, que es uno de los idiomas oficiales de la Unión Europea, no ocurre lo mismo. No, porque mi no entender ni una patata. El señor de la tienda de souvenirs hablaba árabe, estaba convencida de ello, hasta que de pronto decidí que no, que era italiano, aunque mezclado con una jerga rara, tal vez inglesa. El maltés es una lengua que se ha convertido en lo que es gracias al desarrollo de la propia historia del país. Hay muchos lingüistas que opinan que se trata de un habla inclasificable, y la verdad es que cuando uno lo escucha, eso es precisamente lo que parece. Procede de un antiguo dialecto del árabe magrebí que luego ha ido prestando cosas del italiano, siciliano, griego e inglés. ¡Imagínense el resultado! Un idioma divertidísimo que uno a veces cree entender pero que luego no comprende en absoluto. Ni patata.


TEMPLO DE GGANTIJA

Este templo megalítico,  junto con los de Hagar Qim, Tarxien y Mnajdra, forman desde hace muchos años parte del patrimonio de la humanidad. Y desde luego algo tuvo que tener Malta hace casi seis mil años ya que atrajo la atención de gentes provenientes probablemente de Sicilia.
    Colonos que buscaron paz y tranquilidad en el corazón del Mediterráneo. Ahí encontrar un hogar lleno de paz con abundancia en pesca y buen clima. Una tierra árida que sin embargo daba sus frutos y donde además pudieron dar rienda suelta a sus creaciones artísticas.
Es de suponer que llegaron a aquel lugar gracias a la benevolencia de Horus, cuyo ojo es el símbolo protector de los navegantes. Una imagen utilizada en la antiguedad por múltiples culturas aunque en la actualidad a penas ha sobrevivido. La excepción la encontramos en Malta donde los pescadores todavía se dejan proteger por estos ojos que en el corazón del Mediterráneo todo lo contempla.







jueves, 12 de noviembre de 2009


MI DIARIO DE ARUBA

Lo bueno de no hacerse una idea del lugar que vas a visitar, o de no tener expectativas concretas, es que luego si las cosas salen mal, la decepción es mucho menor, y si salen bien la experiencia es más que fantástica.

En el caso de Aruba debo confesar que no sabía ni dónde estaba y tampoco que existía. Nunca había oído hablar de esa isla así que busque unos pocos datos en internet, primero para asegurarme de que realmente existía, luego para saber más o menos por donde quedaba, y finalmente para no aterrizar en Oranjestad, su capital, como una auténtica ignorante. Llegué con cinco datos en la mente. Sabía que era una isla; que había pertenecido a las antillas holandesas; que su moneda era el Florín pero que el dólar era también moneda habitual de cambio; que sus playas eran paradisíacas; y que su ubicación, a 35 kilómetros de la costa venezolana, no queda generalmente en la ruta de los grandes huracanes.

Ahora, y después de cinco días de visita, sí conozco ese paraíso. Forma parte de las islas ABC, que son Aruba, Bonaire y Curaçao, o lo que es lo mismo el Caribe holandés. Desde su costa suroeste se puede ver en días especialmente claros el horizonte venezolano, incluso con suerte la ciudad de Maracaibo, y aunque Colombia no queda a la vista, está a tan solo hora y media de vuelo. Su extensión es de 180 kilómetros cuadrados, eso es unos 31 kilómetros de largo por 10 de ancho, y su población es de unas cien mil personas.

El 1 de enero de 1968 obtiene un estatus de autonomía dentro del Reino de los Países Bajos, lo que la separa del resto de las Antillas Neerlandesas: cuando asume como primer ministro Henny Eman, desde esta fecha es un territorio no metropolitano de los Países Bajos, con cámara legislativa propia.

¿Qué es Aruba?

Los datos de un país están siempre sobre el papel o en internet. Pero la definición de una nación, o más bien de su gente, es algo bastante más difícil ya que no tiene nada que ver ni con las cifras, ni con las estadísticas. Y en este caso responder a la pregunta ¿Qué es Aruba? resulta especialmente complicado. Podríamos decir que Aruba es Europa pero a ritmo caribeño. Pero nos quedaríamos muy cortos. Porque un país, al margen de su historia, que ya llegaremos a ella, sus monumentos o actividades, que la isla también los tiene; un país, decía, es ante todo su gente. Y ¿cómo es la gente de Aruba? Recordemos que estamos en el Caribe donde la imagen que nos ofrecen todos los folletos turísticos es de personas mulatas o negras, ataviadas con trajes multicolor y con mucho ritmo en el cuerpo. Pero en Aruba la gente no es negra, tampoco es blanca, ni mulata, ni indígena ..... En Aruba la gente es diferente teniendo sobre todo en cuenta que aquí viven unas cien mil personas de 96 nacionalidades o culturas diferentes, lo que hacen poco más de mil por nacionalidad. Y al ser tan pocos en cada grupo y como hay tantos grupos diferentes, la integración es un hecho. De ahí la eterna sonrisa de los arubenses, porque todos se sienten como en su casa; de ahí también su amabilidad, hospitalidad, encanto y una larguísima lista de adjetivos positivos.

“La grandeza de tu pueblo está en su gran cordialidad”. Así reza el texto del coro del himno nacional de Aruba y no cabe duda de que es cierto. El nativo actual es una mezcla de ancestros holandeses, españoles e indios caquetíos, aunque hay también muchos descendientes de otras nacionalidades sobre todo sudamericanas.

Todo esto explica en parte cómo es Aruba y los arubenses, pero tal vez lo que mejor define a este país es su idioma, el papiamento.

¿Hablar hablando?

Los arubenses hablan hablando, o eso es poco más o menos la traducción del idioma Papiamento, que buscando en la historia viene de “papia”, que a su vez tiene sus raices en la unión y evolución histórica de la palabra brasileña papear y la española hablar. En fin, un lío. Pero el caso es que en Aruba se habla hablando. Leído este idioma es relativamente sencillo de entender teniendo en cuenta que la forma de escritura de este idioma aplicado en Aruba está basado en el español. Pero hablado la cosa cambia considerablemente. En primer lugar porque los arubenses no hablan hablando, sino más bien corriendo, es decir, sus bocas parecen metralletas en pleno rendimiento, y por mucho que afinemos el oído resulta imposible captar una sola palabras. Suena alegre, divertido, con palabras cortas que parecen ir saltando una encima de otra.

- Bon bini. Kon ta bai? –me saluda el taxista a la llegada del aeropuerto.

- Mi ta bon, danki – respondo cordialmente – Mi por papia papiamento.

- Unda bo ta biba.

- Ban Divi Aruba All Inclusive.

La influencia española, portuguesa y holandesa es evidente pero este idioma, que suena la mar de divertido, tiene otras muchas influencias provenientes del inglés, africano, alemán, francés y también de los indios aruacas, originarios de la isla. De hecho se trata de una lengua criolla que al igual que otros idiomas nativos nació de la necesidad de comunicación entre personas con lenguas diferentes que en un momento determinado coincidieron en la isla. De acuerdo con algunos estudiosos, como Efraim Frank Martines, el papiamento tiene raíces afro portuguesas y nació como necesidad comunicativa durante la época de intercambio de esclavos. Otro estudioso, Ramon Todd Dandare, asegura que el papiamento etimológico tiene una estructura lingüística africana, con la mayoría de su vocabulario compuesto por variaciones de palabras portuguesas y españolas, con adaptaciones holandesas cuando el tema está relacionado con asuntos educativos, e inglesas cuando se trata de asuntos tecnológicos. El léxico de esta lengua está formado sobre todo por palabras que explican acontecimientos cotidianos y por definiciones del mundo circundante. Se trata por tanto de un idioma limitado en su número de palabras pero muy rico en su significado y alusiones con dichos que nos recuerdan a algunos de los nuestros: “cacho cu ta blaf no ta morde” (perro que ladra no muerde, y que significa que la gente que habla mucho no siempre hace algo) o “cabrito semper ta tira pa mondi” (las cabras siempre se dirigen hacia el bosque, que hace alusión a que los lazos familiares de una persona siempre se reconocen por sus características). En España decimos que las cabras tiran al monte pero en Aruba no hay montes porque es una isla esencialmente plana.

La evidencia de que el Papiamento se utilizó como la lengua nativa en las islas ABC se remonta más de trescientos años, con documentos que datan de comienzos del siglo 18, redactados en esta lengua en Curaçao. Estos manuscritos demuestran que el idioma era el autóctona de la población de la zona, incluyendo los nativos holandeses y los comerciantes judíos. Hablamos por tanto de una lengua joven que sin embargo está teniendo una importante influencia en la cultura de las islas ABC. De todas formas hay que destacar que desde que Aruba se separó de las Antillas Holandesas en 1986, el desarrollo del Papiamento en esta isla se está diferenciando de la de Curaçao y Bonaire. Los lingüistas arubenses están seguros de que esta lengua va a tener su propio lugar en el universo de los idiomas dentro de algún tiempo y desde luego va por buen camino teniendo en cuenta que fue reconocida en 2003 como la lengua oficial de Aruba, junto con el holandés. Y ¿quién sabe? A lo mejor en un futuro no demasiado lejano tenemos la oportunidad de estudiar Papiamento en nuestra Escuela Oficial de Idiomas para poder decir “mi ta gusta Aruba”. De momento sin embargo nos consolamos con el hecho de que los habitantes de la isla, no solo se conforman con hablar su lengua criolla y el holandés, sino que estudian también en el colegio inglés y español, otros dos idiomas que dominan a la perfección.

El arte del equilibrio

Lo más difícil en la vida, o al menos una de las cosas más difíciles, es encontrar el equilibrio entre los dos polos opuestos. Equilibrio entre lo bueno y lo malo, lo divertido y lo serio, lo bonito y lo feo y así sucesivamente. Y gran parte de este difícil equilibrio de la vida lo encontramos en Aruba. ¿Y en que sentido? se preguntarán ustedes. Pues en casi todos los sentidos. El arubense que a lo mejor no encaja en los cánones de belleza occidentales, destaca por su amabilidad y simpatía, la playa que tal vez no se acerca a la grandeza que habíamos imaginado, supera con creces el esplendor de la naturaleza y el restaurante más humilde de lo que a lo mejor estamos acostumbrados, tiene un servicio tan profesional que ya lo quisiéramos para nosotros. Entre cien mil personas han conseguido una casi perfecta armonía, y digo casi porque la completa resulta muy difícil de alcanzar. ¿Y cómo ha sido esto posible? Desde luego los acontecimientos históricos no parecen hablar a su favor aunque es a lo mejor ahí donde está el secreto.

Andamos ahora por las playas de la isla como hace mil años antes de Cristo lo hicieron los indios Caquetíos, descendientes de la tribu Arahuacos. Vivían en sencillas chozas construidas con palos de madera, ramas y paja, que se encontraban cerca de sus campos cultivados, que junto con el ganado y la pesca les proporcionaban la alimentación necesaria. Se dedicaban también a la alfarería y su cerámica tenía tanto fines utilitarios como propósitos ceremoniales.

Se han encontrado restos de los primeros asentamientos indios así como símbolos pintados aún visibles en rocas que en Fontein, Ayo y oros lugares. Ahora, al aire libre no queda nada de estos vestigios y los restos de cerámica pueden verse en el Museo Arqueológico mientras que el Museo Histórico ofrece una idea de cómo vivieron y trabajaron los primeros pobladores de la isla.

El turista no es el conquistador de antaño pero a veces tengo la impresión de que igual que ellos, en su ignorancia, arrasaremos todo, a pesar de nuestra supuesta sabiduría. Ejemplos de esta destrucción la encontramos a miles en los países que basan parte o gran parte de su economía en el turismo. Y cuando los conquistadores llegaron a Aruba, se llevaron casi todo por delante. El explorador español Alfonso de Ojeda fue el primero (después de los indios Caquetíos, claro) en encontrar la isla. Ocurrió en 1499, pero al igual que las islas vecinas de Bonaire y Curaçao, fue considerada oficialmente inútil e inservible. Los españoles encontraron a los nativos viviendo como ellos habían vivido en la edad media y no tardaron en embarcar a todos los indios hacia Santo Domingo para trabajar como esclavos en las minas de oro. Pocos años después los españoles recuperaron el uso de las tierras arubenses como un gran rancho para el ganado y algunos de los oriundos regresaron para trabajar allí. El escaso interés de los españoles por la isla hizo que durante algún tiempo los nativos volvieron a tener el control de lo que había sido sus tierras. A partir de ese momento el control de Aruba se presenta como un continuo ir y venir de naciones. Los Países Bajos, y más concretamente la Compañía holandesa de las Indias Occidentales, conquistaron la isla en 1636, y mantuvo su control durante casi dos siglos. Las Antillas Holandesas, formadas por las islas ABC, eran dirigidas por un gobernador que informaba directamente a la Reina de Holanda. En aquella época se prohibió el asentamiento de otras nacionalidades pero los europeos comenzaron a inmigrar a finales del siglo 17.

Luego, durante las Guerras Napoleónicas llegaron los ingleses que se hicieron fuertes en Aruba entre 1805 y 1816, siendo posteriormente devuelta a los Países Bajos. En 1828 pasa a control de las Indias Occidentales Danesas, y en 1848 pasa a formar parte de las Antillas Neerlandesas. Probablemente atraídos por el oro descubierto en la isla en 1824, comenzaron a llegar muchos venezolanos que dieron el primer toque latino a la isla. Sin embargo la mina de oro dejó de ser rentable y fue sustituida por las plantaciones de aloe y por la llegada de la refinería El Lago. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue una importante fuente para el abastecimiento de combustible de las fuerzas aliadas que operaban en Europa. Lo que expuso su puerto al asedio de submarinos de la Alemania Nazi,, algunos de los cuales yace ahora en el fondo del mar.

Con este trajín de nacionalidades que han entrado y salido de la isla, mezclándose los unos con los otros y adaptándose constantemente a nuevas circunstancias, se me ocurre que la propia historia ha contribuido a hacer de los arubenses lo que son hoy en día: un pueblo lleno de mezclas de culturas que ha aprendido a convivir con toda normalidad. Supongo que hartos también de vivir siempre pendientes de dominar o ser dominados.

Los ladrones del mar

No cabe duda de que Iki es un buen ejemplo de todo lo dicho hasta el momento. Es un hombre alto, corpulento, de piel castaño oscuro, rubio y cuyos ojos azules compiten en belleza con el color del mar que rodea la isla. Tiene una voz profunda pero todo él emana ternura y a buen seguro que a lo largo de su casi medio siglo de vida, ha roto varios corazones. Porque Iki es un hombre más que bien parecido; tiene esa justa mezcla entre lo mejor del europeo y del caribeño, la justa mezcla sin exagerar.

Nos recibe con una amplia sonrisa, en su mano un vaso de plástico lleno de hielo y un líquido amarillo que resulta ser whisky, y nos ofrece algo de beber. Una Balashi, la cerveza local, estará bien. Su garito se llama ZeeRovers, y se encuentra en Savaneta, en la costa sur de Aruba, muy cerca de San Nicolás, la segunda ciudad de la isla. Y digo garito porque estamos en una especie de chiringuito de playa de la España de los sesenta, con suelo de tierra y techo de hojas de palmera. Aunque eso si, con pantalla parabólica, televisor plano de plasma y el partido de turno a todo volumen. Alrededor de las mesas metálicas, sentados sobre las sillas de plástico, hay grupos muy variopintos de amigos; gente local de la isla, pendientes del partido comentando las jugadas en Papiamento; turistas (posiblemente aficionados a la pesca) que entre sorbo y sorbo de su Balashi, hablan en inglés comentando dios sabe que; más turistas, gente joven, que curiosean en este nido de piratas (ladrones del mar) a la espera de que llegue algún barco con pesca; y más curioso, esta vez habitantes arubenses que esperan lo mismo para comprar pescado. Porque ZeeRovers, es un bareto pero también un pequeño muelle donde algunos de los pescadores locales guardan sus barcos. Es aquí de donde salen o bien por la mañana, o por la tarde, para regresar luego a puerto con un puñado de peces.

Eso es al menos lo que nos cuenta Erick Bislick, Iki para los amigos, que no esconde su decepción por la merma de captura en lo que va de temporada. En estos días, nos cuenta, solo salen los pescadores profesionales, los que solo viven de la pesca, porque los demás consideran que no merece la pena. Aquí, dice, hay algo más de media docena de barcos pero hoy solo han salido tres. Los demás dueños tienen otro trabajo que les resulta más lucrativo.

Y debe tener toda la razón. Durante las horas que estamos ahí entran dos de los tres barcos que han salido a faenar. Regresan con media docena de dorados del mar, un pez grande, de varios kilos, y de exquisito sabor.

Iki habla por los codos al tiempo que se asegura de que la captura llega a su sitio, porque aquí, Erick es el que corta el bacalao. No nos cabe la menor duda. El pescado tiene que estar fresco y de calidad garantizada e Iki es el responsable de que así sea. El pescado sale del barco para quedar tirado sobre el muelle y de ahí es llevado a la mesa de limpieza donde un joven negro filetea el pescado con una profesionalidad que nunca había visto. En un minuto tiene los filetes perfectamente limpios de espinas y el pescado listo para ser vendido. Y así hasta completar toda la captura. Una pareja de nativos se lleva de inmediato uno de los dorados, mientras que el resto de la captura termina en la nevera industrial. Esto, nos dice Iki, es para los restaurantes. Siempre quiero ofrecerles lo mejor y lo más fresco. Es la garantía para que me sigan comprando.

El sol ya va camino al otro lado de la tierra, todos los barcos están en puerto, y ahora solo queda preparar la cena. En ZeeRovers se espera un gran grupo de gente que ha reservado para comer pescado fresco al tiempo que disfruta del suave oleaje del mar.

A orillas del mar

Francis nos cuenta que el mar en la costa que da a Venezuela, a pesar de tener cierto oleaje, es un mar en relativa calma, cuyo movimiento depende mucho del viento. Aruba tiene dos temporadas climatológicas importantes. La temperatura en la isla no varía gran cosa a lo largo del año, entorno a los 28º C. La gran diferencia está en el viento que sopla con más fuerza entre abril y septiembre, que es la temporada baja en la isla. Aún así hay que destacar que las islas ABC quedan generalmente fuera de la ruta de los huracanes aunque algunas veces su efecto sobre el agua hace estragos en la isla. Francis recuerda que hace unos cinco años uno de los huracanes arrastro consigo un oleaje tan fuerte que el mar subió más allá de algunas casas. Los destrozos fueron importantes aunque no hubo desgracias personales.

Sin embargo, la costa que da al mar caribe abierto, es otra cosa. Ahí el oleaje tiene más fuerza y el mar se embravece a medida que el viento sopla con más fuerza. Es una costa casi desierta, sin construcciones, con menos playas y más zonas rocosas. Aún así aquí también hay puntos de interés como por ejemplo la piscina natural que se encuentra dentro del Parque Nacional, la Capilla Alto Vista y las Ruinas de la mina de oro Bushiribana. A lo largo de todo este recorrido que se puede hacer en coche aunque lo mejor es en un jeep ya que la carretera es de tierra con sus lógicos desperfectos, vemos pequeñas montañas de piedra, cinco o seis colocadas en formación una encima de otra. ¿Y eso para que servirá? Cuenta Francis que hace muchos años a alguien se le ocurrió que colocar unas piedras encima de otras trae consigo buena suerte. De ahí que toda esta costa, llena de piedras y rocas, está plagada de símbolos de buena suerte. Sin embargo parece que todo es un cuento de hadas y da fe de ello una joven estadounidense que se casó en Aruba pidiendo con su formación de piedras que su matrimonio durara toda la vida. En menos de un año se había divorciado. Claro que no sabemos si esa era realmente la buena suerte. Supongo que el tiempo lo dirá. No sabemos cual de los miles de pequeños montecitos de piedra era la de esta joven recién casada pero eso da igual porque donde hay fe parece que no muere la esperanza.

No podemos decir lo mismo del Faro California, que se encuentra en la punta oeste del país. Un Faro que sigue cumpliendo su función pero que está cerrado al público a cal y canto. Hace algún tiempo un joven buscó otra vida desde lo más alto del Faro porque su amor no era correspondido por su amada.

El Capitan Tuy

Levantarse a las seis de la mañana para ir de pesca estando de vacaciones parece una locura pero con el Capitan Tuy las cosas cambian considerablemente. Las playas de Aruba están en la costa suroeste y es ahí también donde se encuentran todos los complejos turísticos y las zonas de ocio. Malmok Beach, Palm Beach e Eagle Beach son las más concurridas aunque en la isla hay otras como Rodgers Beach y Baby Beach. Pero es en las tres primeras donde encontramos todas los deportes y diversiones relacionadas con el mar y es también ahí, más concretamente en el Palm Beach, donde habita el Capitan Tuy y donde amarra su barco de nombre Go Get’em. Y eso es exactamente lo que pretendíamos, ir a por ellos, a por los peces naturalmente. El día amaneció algo nublado aunque sabíamos que las nubes se disiparían una vez entrada la mañana. Aunque la verdad es que para pescar da igual sol que nubes.

El capitan Tuy nos estaba esperando en su barco y tenía todo listo para “ir a por ellos”. Es un hombre alto, grande, de piel oscura, de origen colombiano, nos contaba, y con una mirada llena de ternura y tristeza al mismo tiempo. Se había casado hacía cuatro años con una mujer muy guapa según nos contó Francis y fue además una boda memorable con una fiesta que abarcó toda la calle de la vecindad y en la que bailaron y bebieron hasta altas horas de la madrugada. Ella es una mujer guapa y menuda y el un hombre con la piel curtida y bien grande. Lo de la pesca le viene de familia. Su padre le enseñó ya en la infancia y desde entonces no ha dejado de pescar. Alquila su motora a los turistas y dicen además que es uno de los mejores pescadores de la isla. Nosotros lo ibamos a comprobar en un momento al tiempo que el capitan se lamentaba de lo mal que iba la pesca en las últimas semanas. Es como si todos los peces hubieran emigrado. En cualquier caso teníamos que intentarlo y para ello había preparado sus mejores artes pesqueros. El mismo había preparado la carnada, unos peces algo más grandes que los boquerones y con el anzuelo bien camuflado. La idea era pescar al curri, con el barco de un lado para otro. No nos alejamos demasiado de la costa y había algunos otros barcos por la zona. El capitán estuvo un buen rato dando vueltos y mirando detenidamente el movimiento del mar. Tardamos más de una hora en tener suerte pero luego los dorados entraban uno detrás de otro. Peces grandes, de más de dos kilos, de carne blanca y que se llaman así porque en el agua brillan como el oro. Quince piezas en total al margen de alguna que otra que se consiguió soltarse del anzuelo. Eran poco más de las once cuando regresamos al muelle, llenos de orgullo con la pesca. Y ahí en tierra estaba todo dispuesto para el banquete. Porque si uno pesca luego tiene que comer lo que ha pescado. No nos ibamos a zampar los quince peces pero si compartir entre los cuatro uno de ellos, el más grande. Y ahí mismo en el muelle, los limpian en un santiamén y luego en uno de los restaurantes de la playa preparan el pescado a gusto del cliente. Y había hambre, eso lo aseguro ya que no habíamos desayunado y el aire del mar abre el apetito. Y ese pescado a la plancha, con una buena ensalada y una cerveza bien fresquita sabe a gloria a las doce de la mañana, al margen, naturalmente del orgullo de comer algo que uno mismo ha capturado.

El capitán Tuy comió con nosotros y nos aseguró sin ánimos de presumir, que el es de los mejores pescadores de la isla y le creímos. Los demás barcos apenas regresaron con dos peces y nosotros habíamos pescado quince, y todos de un tamaño considerable. Todo el mérito de nuestra pesca era desde luego suya ya que nosotros solo aportamos la presencia y el honor de recoger el carrete cada vez que los peces picaban.

Sea Trek entre otras muchas experiencias

Nunca pensé que fuera a emular al capitán Nemo pero mira por donde se presentó de pronto la oportunidad de pisar el fondo del mar y de dar un agradable paseo entre los peces multicolor. En frente de un poblado llamado Pos Chiquito, no lejos de Savaneta y del pequeño embarcadero de nuestro amigo Iki, hay una isla llamada De Palm Island donde un inversor privado ha organizado una serie de actividades acuáticas destinadas al ocio familiar. Hay playas, posibilidad de buceo, snorkel, comer, tomar copas y también pasear por el fondo del mar entre otras muchas cosas. Una experiencia sin duda única que uno no debe dejar pasar. Se trata además de algo bien sencillo, para lo que no hace falta experiencia ni ninguna habilidad especial. Tan solo colocarse la escafandra y sumergirse seis o siete metros e iniciar el recorrido para ver un avión sumergido o sencillamente disfrutar de los cientos y cientos de peces que nadan a nuestro alrededor mientras recorremos los 114 metros dispuestos en las profundidades. Y ahí abajo, con la soledad que da la inmensidad de los mares, podemos también sumergirnos en nuestra propia mente y dar rienda suelta a la fantasía. Porque ahí abajo vivimos aislados, sin ruido, con la capacidad de oír los propios pensamientos y aunque el mundo bajo el agua nos lleve a una vida de encierro en nuestro propio ser, dándonos la capacidad de ver lo diminuto que en verdad es el ser humano; y aunque todo eso ocurra ahí abajo, tenemos al mismo tiempo la percepción de la grandiosidad del mar.

Emulando al capitán Nemo es sin duda una auténtica experiencia de la misma forma que lo es subir a bordo de un submarino. Se llama Atlantis y se sumerge a 120 piés poniendo a nuestra disposición todo lo que ofrece las profundidades del Caribe. Y hablo de submarino, submarino, no un barco con visiones panorámicas. Antes de subir abordo uno tiene la impresión de que la claustrofobia estará presente en todo momento. Pero nada más lejos de la realidad. Cuando el mar se abre ante nosotros en toda su inmensidad, con los suaves rayos solares iluminando sus criaturas, se nos amplía la visión del mundo. Conseguimos ver bastante más allá de nuestra propia nariz y esa visión tan limitada es la claustrofobia humana.

El placer de una buena mesa

Hablar de comida en Aruba es hablar en primer lugar del agua. Ya se que no tiene nada que ver pero un buen vaso de agua bajo el calor sofocante tiene cierta similitud con una experiencia Gourmet. Y el agua de Aruba es inmejorable, digno de ser embotellado y servido en las mejores mesas Estrellas Michelin. ¿Y cómo es eso? Aruba no tiene agua, en Aruba no llueve casi nunca. La explicación la encontramos en la Empresa de Agua y Electricidad, WEB N.V. que no solo provee la isla de energía sino que es sobre todo famosa por su agua clara para beber. El proceso de desalinización con el agua filtrada a través de corales, da como resultado un líquido fresco y sabroso que fluye directamente del grifo y que es embotellada por la Compañía Tropical Bottling bajo el etiquetado de "AWA" que en papiamento significa sencillamente agua.

Y con el agua sobre la mesa podemos echar un vistazo al menú. La comida ha jugado siempre un papel importante en Aruba y gira entorno a lo que ofrece su propia naturaleza. Así la comida procedente del mar permanece como el principal componente de la dieta de Aruba, así sea a la parrilla, asado, al horno o frito. Esto significa que si hablamos del Plato Nacional de Aruba nos referimos a “La Pesca del Día” sobre todo la barracuda que se encuentra en las aguas que rodean la isla durante todo el año. Pero hay también otros pescados como el jack, wahoo, mahi mahi, atún y el pez rey, que se sirve con una salsa criolla de caldo, frescas hierbas y verduras picadas. Las comidas tradicionales se acompañan con arroz, pan batí (tortas de maíz) o funchi. Y para el que no quiera agua puede disfrutar de la cerveza local, Balashi.